das con tiempo a
través de las declaraciones del Poder Judicial, Parlamento y directivas reaccionarias de
la Democracia Cristiana y Partido Nacional. Se pone énfasis en la necesidad de impedir el supuesto avance
del marxismo, pero no se dice NUNCA que el levantamiento militar fascista se hiciera para
evitar la masacre dc los generales, como se afirmaría más tarde, una vez que se echó a andar la maquinaria
propagandística del fabricado golpe rojo.
El trabajo de los servicios de
inteligencia de la marina y del ejército, en este aspecto, fue
tan malo como el trabajo del servicio de inteligencia del ejército en la fabricación del
suicidio" de Allende. Dejó muchos cabos sueltos. Planteó demasiadas
contradicciones evidentes. Veamos: el día 16 de septiembre, cuando ya los periódicos de
todo el mundo daban cuenta horrorizados del genocidio que contra el pueblo chileno estaban
cometiendo las hordas fascistas; cuando la opinión mundial comenzaba a tener fotografías
de las salvajes torturas a que eran sometidos los hombres, mujeres y hasta niños de
Chile, cuando recorrían el mundo las fotografías de cadáveres sacados de las
excavaciones de la construcción del ferrocarril subterráneo en el centro de Santiago, y
también las fotografías de decenas de cadáveres en el río Mapocho; cuando ya estaba
claro que la noche fascista se había abatido sobre el pueblo chileno, ahogándolo en un brutal
baño de sangre inocente, los generales conspiradores decidieron poner en marcha la
campaña propagandística de justificación.
Dieron comienzo a la trama del P!an
Zeta. Ese día, el servicio de Inteligencia de la marina filtró hacia uno de los periodistas reaccionarios que
más apoyaban el golpe militar en la provincia de Concepción, Julio Arroyo Kuhn, la
noticia de que se había encontrado una libreta a un marxista, que contenía
parte de un plan destinado a "asesinar la cúpula militar y eliminar los dirigentes
de oposición al Gobierno". Al mismo tiempo, se le informó a Arroyo Kuhn
que lo que contenía la libreta coincidía con una lista encontrada en las oficinas
del Sub-Secretario del Interior, Daniel Vergara, después de destruir y ocupar La
Moneda.
Por supuesto, no se le dijo a Arroyo Kuhn, ni a
nadie, que esa lista era la lista oficial de los mandos militares, y la
lista actualizada de las directivas de los partidos políticos, y de los responsables de
los organismos |